El mundo paralizado

domingo, 6 de mayo de 2012

"Sería mejor que se muriera esta noche, pensó Horace mientras seguía andando. Y morirme yo también. Pensó en Temple, en Popeye, en la mujer, en el niño y en Goodwin, todos en un solo aposento, desnudo, mortífero, donde las cosas se viesen juntas y también en perspectiva: un único instante, a mitad de camino entre la indignación y la sorpresa, que lo borrara todo. Y también a mí; pensando en que sería esa la única solución. Arrancados, cauterizados del viejo y trágico costado del mundo. Y yo también, ahora que estamos todos aislados; pensando en el suave viento oscuro que sopla en los largos corredores del sueño; en yacer bajo un techo acogedor que puede tocarse con la mano, oyendo indiferente el prolongado repiqueteo de la lluvia: del mal, de la injusticia, de las lágrimas. (...)Quizá muramos en ese instante en que nos damos cuenta, en que admitimos, que el mal tiene una estructura lógica, pensó Horace, acordándose de la expresión que había visto una vez en los ojos de un niño muerto y también en otras personas sin vida: la indignación que se enfría, la violenta desesperación que se desvanece, dejando dos globos vacíos en cuyas profundidades acecha, en miniatura, el mundo paralizado."

                                                                                         William Faulkner, Santuario. 

W.Faulkner. Foto sin datar. Fuente: latimes.com 

                                                       

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